lunes, 11 de abril de 2011

ROSAS TRES AÑOS DESPUÉS, por Pablo Gutiérrez.


Rosas, restos de alas son cien páginas de viaje, memoria y brecha.

Cien escritas en el filo, pensando en no terminar ninguna, casi convencido de que nadie, quiero decir,

NADIE

iba a leer ni siquiera hasta la nueve.

Luego vinieron otras páginas y otros personajes, metido en los zapatos de un optimista con viento a favor. Se escribe mejor, mucho mejor y más caliente cuando sabes que habrá un lector al final del proceso. Así fue Nada es crucial, con dudas e inseguridades pero sin la misma desolación que en Rosas. Cobijo.

No hay que ser llorica cuando se escribe, ya. Hace unos días tuve la suerte de sentarme junto al Quince por Quince Rafael Reig, que decía algo así como “si vas a escribir sobre la novia que te dejó, mejor no escribas.”

De acuerdo.

Muy de acuerdo.

Pero resuelta que mi pobrecita Rosas cuenta la historia de un tipo al que le deja la novia y a

partir de ahí no le encaja la camisa y decide

meter todas sus cosas en el coche,

dejar el trabajo,

cruzar una frontera próxima,

surfear el Atlántico bravo,

leer a Goytisolo.

Reig, perdóname, tú narras como nadie y enlazas y arremetes y zumbas al Enemigo, me hiciste reír y cabrear en la justa medida con tu Todo está perdonado, tan oración atributiva y maximalista que encaja en el reverso de Nada es crucial; perdóname, pero yo también escribo sobre uno al que lo dejó la novia, fíjate qué simpleza. Como tengo algo de sofista, se me ocurre una linda teoría acerca del valor existencial de ese testimonio, el malestar –ejem- de la cultura y la espiral del malentendido según el antipsiquiatra Ronald Laing, blablá.

Pero no. No justifico. Fundamentalmente, Rosas es un desamor.

No es novela social.

No es novela de codo ni reflexión.

Es palabra y mucha lírica, sí.

Lírica y tono.

Y también surf.

Surf espiritual.

Y a lo mejor resulta que sí es novela social porque vuelven los descampados, los ochenta severos en incluso los filis, que son como neocristianos en boceto.

Hay adolescentes, hay bronca, hay escapismo.

No quiero ser grandilocuente, pero lo cierto es que escribí Rosas, restos de alas casi convencido de que no escribiría nada más. Y escribí por decantación, además, en papel secante que absorbiera y miniaturizara una novela fallida anterior y muchas ideas y proyectos huérfanos. Después sucedió que acudieron los lectores, mágicamente. Y todo lo demás.

Y a partir de ese momento ya no importaba si surf o novias reticentes o chavales perdidos. Rosas ya no me pertenecía, fluía como las izquierdas en el Cabo de San Vicente, lentas y ordenadas como líneas de tipógrafo, rompiendo palmo a palmo sobre el arrecife.

Ahora Lengua de Trapo la reedita, y yo le lavo la cara, enderezo algún estropicio y relleno lo que le falta con otros cuentos y experimentos. Va.

PABLO GUTIÉRREZ

6 comentarios:

  1. Yupi! ¡una de amor!!!!
    Qué bonito es el amor. por manida que sea la frase no deja de ser menos cierta.
    Me encantan tanto como las baladas heavys

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  2. La de las baladas heavys me ha dejado de piedra

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  3. Espero que te planten muchas novias, por el bien de la humanidad lectora. Y a Reig, al que leo y admiro, que le den (en esta ocasión)

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  4. Una pregunta: El Premio Lengua de Trapo de novela 2011 tenía como fecha límite de entrega el 15 de mayo, ¿ha cambiado hasta el 30 de mayo, como me comentaron?

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