martes, 5 de abril de 2011

ALMA, RESTOS DE ALAS por Javier Moreno

Alma nace como respuesta (es un decir, nadie empieza a escribir una novela para responder a una pregunta, no se escribe una novela como quien redacta un examen) a la pregunta por la intimidad y, por tanto, del sujeto. ¿Qué es lo que nos conforma? ¿Somos un álbum de fotos, las opiniones que de nosotros tienen los amigos y los enemigos, un perfil de Facebook? Quizás la intimidad no es aquello que creíamos. Quizás la intimidad ha dejado de ser un presupuesto para convertirse en una tarea que tiene que ver más con las palabras que con la salvaguarda de ciertas imágenes. Quizás la intimidad ya solo sea un reducto inencontrable salvo en los libros, un privilegio de escritores, un objeto precioso. Esta novela, como Rosas, restos de alas, de Pablo Gutiérrez, podría ser un libro de instrucciones (Cómo ser J. M., Cómo ser P. G.), los pasos a seguir para fabricarse un alma (un alma es, por ejemplo, un archivo de palabras e imágenes, una carpeta de ordenador organizada en categorías siguiendo un esquema tan absurdo como el de la enciclopedia china de Borges), un alma –casi- freeware, fotocopiable, a disposición de cualquiera. Esta novela, como se verá, responde sobre todo a una voluntad democrática. Por varios motivos:

1.- Todas las almas valen lo mismo, la del autor y la de los personajes.

2.- Lo minúsculo se equipara con lo trascendente. De hecho lo minúsculo es ascendido a la categoría de trascendente.


Por otra parte, está la pregunta de si merece la pena seguir escribiendo ficción en un mundo que vive instalado en ella. Se ha hablado mucho sobre el tema y esta novela -qué esperaban- no es una respuesta definitiva, sino otra manera de reformular la pregunta.


Y, nunca insistiré lo suficiente, no, no soy el director de El País.

JAVIER MORENO.

3 comentarios:

  1. Lo minúsculo es lo trascendente, estoy de acuerdo, y el alma un contenedor de hilos que intentan explicarnos. Lo malo es que según el hilo del que tiremos sale una historia distinta de lo que somos. Voy a dejarlo, que creo que la bollería industrial me está oxidando las meninges. Leeré ambos libros, desde luego!

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  2. Acabo de leer Alma y me ha parecido todo un acontecimiento. Realmente, una magnífica novela (yo llevo publicadas algunas, y leídas muchas, y creo hablar con cierto conocimiento). Me ha llenado de envidia no sólo por lo bien escrita sino porque me ha parecido un autor (del que no conocía nada) radicalmente moderno... y quiero decir moderno en la forma de pensar la novela, no en que abunde en latex, gore o prácticas sexuales punk...

    Soy reseñista en varios medios e intentaré sacarla donde tenga un hueco. Enhorabuena al autor, si sois tan amables de transmitírsela

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  3. Quisiera hacer dos apuntes a un comentario que hizo Javier Moreno en ASUNTOS PROPIOS a raíz de su libro "Alma". Dijo Javier que no creía en Dios porque, cuando era pequeño, desafió a Dios a que, si existiera, hiciera que al día siguiente aparecieran muchos juguetes en la puerta de su casa. Al no ocurrir nada, decidió creer que Dios no existía.

    Con todos mis respetos a Javier, quisiera puntualizar dos cosas:

    1. Dios es el Soberano Creador de todas las cosas. La imagen que a Javier y millones de personas más se les ha transmitido es la del "genio de la lámpara", que no es Dios. Por ello, Javier, como tantísima gente, cae en la trampa de querer que Dios, como si de un genio de la lámpara se tratara, de pruebas de su existencia, por medio de concesiones de lo que se le ocurra a la persona que las pide.

    Con Dios las cosas no funcionan así. Él no es el "genio de la lámpara" y no depende de que "frotemos" para que salte. Él es Dios. No necesita ni siquiera que creamos en Su existencia para existir.

    2. El segundo apunte es que, mucha gente ha caído en la trampa de hacerse la idea de Dios como si fuera el "genio de la lámpara", pero luego ha preferido seguir en ello para justificar su actitud sobre El.

    Mucha gente prefiere ignorar a Dios, en vez de enfrentarse al maravilloso y riquísimo desafío de sí conocerlo. Y no se trata de profesar una religión.

    Ninguna religión lleva a Dios, sino el buscarlo de verdad y sinceramente. La Biblia está ahí para el que quiera leerla, estudiarla, ponerla en práctica y disfrutar de Dios, el Creador de Universo. Es la mejor experiencia que puede tener un ser humano.

    En esencia: Dios no es el "genio de la lámpara", la religión reprime, Dios liberta. Un saludo y gracias por hacer llegar este comentario a Javier.

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